sábado, 18 de mayo de 2019

Exámenes en cursos de Postgrado, Maestría y Doctorado, ¿herramienta de evaluación o una farsa?


Exámenes en cursos de Postgrado, Maestría y Doctorado, ¿herramienta de evaluación o una farsa?


Los exámenes en todos los niveles (primaria, secundaria, universitaria de pregrado) son necesarios para comprobar el aprendizaje de teorías y capacidad de aplicación para la solución de problemas. Se entiende que los alumnos se dedican sólo a ESTUDIAR, y por ello, tienen tiempo para leer, reflexionar, memorizar, aplicar, descubrir y analizar hechos en relación a las teorías pertinentes.

Los estudiantes afortunados viven en sociedades donde el sistema educativo, los centros educativos, maestros y recursos pedagógicos son de primer nivel, de manera que además de transmitir adecuadamente los conocimientos correctos y necesarios, crean y desarrollan en los alumnos la capacidad de abordar, analizar, resolver problemas, simples o complejos, como si fuera una “condición natural”.  Esta capacidad se desarrolla para actuar como individuos o grupos.

Un ejemplo de la capacidad para resolver problemas es el resultado de las evaluaciones PISA. En Ciencias y Matemática, se evalúa y mide la forma en que aplican los conocimientos a situaciones de la vida real; en Lenguaje se evalúa a capacidad de comprensión e interpretación de textos. En la vida real, cuando se entiende e interpreta correctamente un texto, cuando se puede explicar ideas, propuestas, investigaciones; cuando se entiende además la aplicación de las Ciencias y Matemática, la formación es completa. En la escuela debe crearse la capacidad de pensar en algo, en cómo hacer, analizar, describir, explicar, aplicar, mejorar ese algo. Una sociedad abstracta forma gran cantidad de personas con estas capacidades lo que le da ventajas y mayor potencial; una sociedad concreta es lo contrario y tiene limitaciones severas.



Cuando hay problemas o limitaciones en los sistemas educativos y todos sus componentes, los estudiantes no adquieren las capacidades mencionadas y el fracaso en pruebas PISA o semejantes es inevitable. La sociedad donde existe este problema es siempre concreta, con visión de corto plazo y conformista, siempre usuaria de nuevos conocimientos y aplicaciones.

Si se aplicara PISA a nivel universitario postgrado, ¿se presentaría la misma correlación? Por lógica y hechos reales, un Sistema educativo de postgrado, universidades, profesores y recursos de primer, debe propiciar la creación de posgraduados de primer nivel, las “pruebas PISA” para ellos deben ser resueltas satisfactoriamente. Los logros científicos más impactantes, el desarrollo industrial y los Premio Nobel no pueden surgir en otro contexto. Un examen es indicador del aprendizaje real y la creación de nuevas competencias. El alumno de maestría o doctorado no asiste a una sesión de tormentos, sólo a un acto rutinario donde debe enfrentar una situación desconocida (contenido de los problemas) pero manejable con todas las herramientas cognoscitivas adquiridas.


Cuando el sistema educativo básico es deficiente, se prolonga hacia un sistema universitario, pregrado y posgrado, también deficiente. Si se aplicara una “evaluación PISA” a nivel de posgrado, también será deficiente. Es natural que cuando el alumno acude a un examen, no solo “se sienta un poco nervioso antes del examen”, como Mafalda y sus amiguitos; también sentirá temor, stress, angustia, incertidumbre y es posible que hasta le falle la memoria. Los exámenes no miden el conocimiento y el alumno no tendrá oportunidad de demostrar lo que aprendió.

Cuando el profesor, el contenido, el método y los objetivos de la universidad o escuela de posgrado están alineados con la excelencia académica; el alumno sólo asiste a una prueba rutinaria de control.

Por lo general, los alumnos memorizan, preparan ayudas para el plagio (por ejemplo, tiras de papel con anotaciones en letra pequeña), responden mecánicamente asuntos de los cuales no tienen idea ni pueden ver la relación con la asignatura en la cual son “evaluados”.  No se mide nada, sólo se comprueba que tan hábiles son los alumnos para hacer trampa. Es cierto que existen alumnos que realmente aprenden, que se esfuerzan por su cuenta, y en los exámenes responden en la forma adecuada, pero son parte de una minoría selecta o extraña, los “nerds” del grupo.



Por experiencia propia, confirmo que los exámenes no miden el aprendizaje y la forma de aplicarlo. Es cierto que también existen excepciones. En Maestría, en un curso de Administración, teórico y no matemático, en un examen parcial, me atreví a responder una pregunta con un esquema diferente al del libro de texto, justificando la propuesta; creyendo ingenuamente que la creatividad estaba permitida. Fui desaprobado porque el profesor quería que se escribiera hasta la página donde estaban las ideas del autor. Para las próximas evaluaciones, memoricé todo; hasta la posición, forma y tamaño de los signos de puntuación. ¿Era el curso de Memorización o de Administración? Esta situación es frecuente, aplicación de exámenes inútiles que no miden lo relevante.



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